Era una tarde cálida y recibí una llamada, era Zunino. Tenía un nuevo caso, el asesinato de Otero. Fui lo más rápido posible a su campo. Cuando llegué me abrió su esposa, ya que Zunino estaba shockeado. No habló mucho pero pude rescatar datos importantes del asesino;su altura, su color de pelo y de sus ojos, su vestimenta y algo muy importante, que tenía un diente de oro.
Fui a la casa de Otero a buscar huellas, no encontraba nada hasta que en el piso vi un documento y arriba tenía un pelo. Me dirigí al laboratorio para hacer una muestra de ADN. Estaba confundido porque el documento era de un tal Julián y la muestra de ADN de un señor llamado Juan. Encontré la casa de Julián, quería hacerle unas preguntas sobre el asesinato. Le expliqué para qué iba y me hizo pasar mientras le sonaba el teléfono. Escuché que lo llamó un tal Juan, al que Julián le decía que había dejado su documento en su casa. Después de una breve charla decidí esperar en el auto a que saliera y seguirlo.
Cuando llegó a la casa de su amigo descubrí que era a quien yo buscaba porque su descripción coincidía con la de Zunino. Espiando por una ventana escuché a Juan decir que había perdido el documento de Julián.
Todo me cerraba, Juan había estado en la casa de Otero por el pelo que encontré y porque allí había perdido el documento de Julián. No había dudas que había encontrado al asesino
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